miércoles, 14 de marzo de 2007

Los rescoldos de la emperatriz

Toda mujer que en algún momento haya sido emperatriz tuvo que ser bella. Ya fuera por genética, por indicación divina, por acepción, por elección popular, la emperatriz en los tiempos antiguos debía y tenía que ser bella. La tumba que se encontró en los zótanos del palacio conservaba una “figura” momificada que, según los historiadores de esa época, correspondían al cadáver de Elizabeth XVI. ‘La joven’, le llamaban tras bambalinas las doncellas, quienes admiradas por su belleza día a día preparaban meticulosamente los baños de leche y los vestuarios de seda para su ulterior conservación, adorándola en todo momento. Siempre era acompañada por una doncella que con una sombrilla le impedía al sol envejecerla y por las tardes cultivaba su espíritu con la música del piano, junto a la ventana de la sala de música, donde tomaba el té. Descafeínado por favor. No tenemos descafeínado señorita. Vale, entonces un expresso sencillo. Sí señorita. Infinidad de caballeros se quedaban sin aliento ante la majestuosa belleza de la emperatriz. ¿Cortado o sin cortar señorita? Cortado. En aquella época se creía que las brujas, al ser incendiadas vivas, no morían del todo: los rescoldos tenían que se esparcidos hacia los cuatro puntos cardinales o, de lo contrario, volverían a reunirse y, eventualmente, volvería a nacer la bruja. ¿Eh? Perdone, grano bourbon está bien o prefiere... Sí, sí, bourbon. La vulnerabilidad de los hombres era consumida por una sencilla mirada. Aquí tiene, un expresso sencillo cortado. Gracias. A finales del Siglo ¿Gusta azúcar normal? Sin azúcar, gracias. la emperatriz ya había sido nombrada en las grandes cortes europeas y por voz del pueblo su belleza se habría hecho famosa. Incluso un par de suicidios se habían rumorado ya, tras Perdone, ¿tiene fuego? Sí claro. Muchas gracias. del emperador Romaine II. Trágicas muertes vinieron con la peste. Elizabeth XVI tuvo que huir de su palacio natal para albergarse en las montañas de ¿No compra flores?, a más de 300 kilómetros de la ciudad. Durante meses Elizabeth XVI tuvo que apartarse de la música, los cantos, las reuniones y los largos paseos a caballo. Empero, siempre recibía a ¡Señoras y señores, muy buenas tardes y disculpen las molestias! ¡Venimos a ofrecerles una linda canción para alegrarles la tarde y ayudarles a saborear mejor su café! ¡Esperamos que les guste, ya que nosotros hacemos esto para poder pagarnos nuestros estudios! quien por las noches regresaba a caballo hasta la capital. Le acompañaba el primer caballero en dichas empresas, con quien mantenía un secreto vínculo de sonrisas y miradas. Fueron largos los meses de primavera que ¡Y les recordamos que su cooperación es muy bienvenida! ¡Nosotros estudiamos en la Universidad del Estado y también amenizamos reuniones, serenatas, tertulias, etc, etc! ¡Vamos a dejarles una tarjetita con nuestros datos para todos aquellos que estén interesados en nuestros servicios! ¡De ante mano muchas gracias por su paciencia, amabilidad y comprensión! Fue así como el primer caballero del emperador, quien había estado enamorado en secreto, decidió, en un arrebato ¡Hoy que llevo en la boca el sabor a vencido procuro tener a la mano un amigo que cuide tu frente y tu voz! Y guardando así su aliento en los rescoldos de la emperatriz, huyendo del palacio al amanecer y desconociéndose su paradero por el resto de los días. Esto es lo que se sabe tras encontrar apenas algunos restos de la tumba que, al parecer, corresponde a Elizabeth XVI.

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