miércoles, 7 de julio de 2010

Martes de realeza, Miércoles de Fe (2a y final)

2.Todos somos alemanes

Sala de edición en la Ciudad de México, Miércoles 7 de Julio

Hace varios mundiales un querido amigo, que seguramente no leerá esto, recordaba una transmisión donde el “narrador” compartía brevemente el micrófono con un colega colombiano. Recordó lo escueto y árido de sus comentarios. Y nunca más se volvió a interesar por Colombia, salvo por alguna que otra jugada o jugador. Hasta que años después su esposa fue a tomar un curso de capacitación a Colombia. Entonces sí preguntaba, cómo eran los colombianos, sus estrategias de conquista. Será que sólo la amenaza provoca realmente interés. Y la amenazada, al inicio del partido, es España. No entiendo por qué es el rumor popular, si era favorita al inicio del torneo. Será que me gusta ir en contra, pero siempre tuve a España como segunda favorita. En el 2004, en una manifestación en Santiago de Compostela, tras el 11-M, escuchaba a algunos chavales que hoy tendrán 20tantitos cantando: ¡España, unida, jamás será vencida! Un hombre calvo comentó, a su cruce, con otro hombre canoso, que hoy tendrán 60ytantos: ¡España unida jamás será España! Una pausa mediática: Bien manchado queda el “honor” mexicano. Gracias a Televisa, el LA Times mete un gol fantasma: El programa matutino de Televisa es racista. Vociferan los reclamos, las voces que olvidan cómo tratamos a los pueblos indígenas: María, inditos, güares... you name it. Fin de la pusa mediática. Por fin comienza el partido pero sólo yo estoy nervioso/ansioso y palmo las manos. ¿Por qué los mayores de 40 años no brincan y se emocionan? Un día Guillermo Samperio me dijo, con su vasto humor, que cuando joven había conocido a un viejo gruñón y gris y que el se prometió no ser nunca como él. Espero seguir sus pasos. Al minuto 4 alguien se mete al partido. Un nuevo perturbador. Un hincha loco. Pero la FIFA, que es lo más parecido a un opresor estado panteístico, ha decidido que las cámaras no reproduzcan en grande a esos intrusos. Así no ganan fama. Así nadie ve mas que a un hombre lejano siendo arrastrado por guardias. También oculta los robos, la falta de pagos. Aquí no hay pobreza, no hubo apartheid, aquí no explota Europa África y no hay extremas injusticias. Aquí no pasa nada. Termina el primer tiempo. Para unos es increíble que el país de la farmacéutica Bayer, la que prueba medicamentos en Africa, no haya terminado con goles de ventaja. También fue increíble que perdiera con la pequeñita Croacia. Para otros es increíble que Villa no haya anotado. Estos otros son pocos. La defensa tiene un muro peor que el de Berlín, un alemán de piel oscura, Jerome Boateng. Una y otra vez, aún con comentarios sorpresa, Alemania, por su historia, por su dureza, por ese tiro del polaco-germano Podolski sigue siendo favorita... y entonces el gol de Carles Puyol. El veterano. El de Barcelona. Al 73. De cabeza. Sí, efectivamente: cagarse en la hostia y santiguarse al mismo tiempo ha servido de algo. Alemania tiene que hacer algo. Reacciona como un gran navío sobre el cuál sí puede caer un torpedo. Entra un sustituto de Alemania: Mario Gómez. Sí, Mario Gómez. Padre español, madre alemana. ¿Habrá escuchado Joachim Löw que pa' que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo? La insistencia lleva a España a defender y buscar balones alocados, pero certeros, que quiten el aliento, que hagan vomitarlo todo en una carrera por la vida llamada contragolpe. Y Pedro Torres la hace. Quedan todos atrás. Tiene a un lado a Fernando Torres. Dos Torres frente a un portero que quisiera no tener que sufrir eso. ¿Jaque mate? No. Torres, de nombre Pedro, prefiere atragantarse y no vivir con la certeza. El que come y no convida... España unida, jamás será España. Llegan los 90 minutos y el húngaro (árbitro, no apodo) extiende 3 minutos el suplicio. Torres no quería meter gol: quería que la furia roja ganara sufriendo. Cada segundo es una hora. 90 y 3 minutos. Y segundos. La desesperación no es por ir ganando, sino por asegurar el pase a la final. ¿Final? ¡Sí, final! Todo se convierte en resonancia, sístole, diástole. Silbato a la boca húngara. Incluso un instante, que es la medida más diminuta del tiempo, tiene miedo a que Alemania aún anot... Fin. España finalista. Se derrumban varios jugadores, fatiga de estrés y de carrera. Otros empuñan la mano en alto. Se abrazan todos. Y Carles Puyol, único anotador, terrible defensor, va y saluda de mano a los alemanes al terminar el partido. Caballero catalán, que agradece un gran partido. España, la que llamó en un partido mundialista a combatir el racismo; la que ni los reyes católicos ni franco pudieron unir en armonía, jugará la final contra Holanda. Gran duelo de armadas, de navíos. Dice el Sacerdote a Edipo Rey, al inicio de la tragedia de Sófocles: De nada sirven navíos y fortalezas tan pronto como los hombres han desertado de ellos. Hoy no desertó nadie. Ahí quedan las naves alemanas, flotando, destrozadas, a punto de partir.

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