jueves, 25 de octubre de 2007

Cenizas para Michael

Aquí tiene, dijo el señor vestido de negro, con la cara gris y la sombra de un crucifijo cayéndole a medio rostro. Las sombras se hicieron para vernos partir, pensó mientras recibía las cenizas de su padre en una vasija de un material que no era mármol. El viento rebotaba en la esquina última de la casa, dejando como resto un silbido suave, un dolor de cuerpo que hasta ahora lo hacía desmoronarse, la rodilla después del accidente. La bombilla encendida a la salida de la funeraria le recordó que ya había anochecido.

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