martes, 25 de septiembre de 2007

A peticion tuya

Si he cerrado la ventana y reducido la potencia de la luz, ha sido sólo a petición tuya. Igual que narrarte este cuento que inicia con una ventana cerrándose y un inevitable viaje a la oscuridad de mi habitación, al retumbar del silencio entre cuatro paredes: norte y sur, sur y norte. Si, acaso, mi mano se quedara callada a la mitad de tus ojos, será también a petición tuya, lo mismo que silenciar a mitad de la página, que es la mitad de este cuento, justo cuando nos confundimos de mano, de protagonista, incluso de narrador. El hecho estricto de que el cuento continúe como una hoja que va cayendo a lo largo de la noche, que caiga sobre tu espalda o sobre tu vientra, será, única y solamente, si tú lo pides. Si vuelves a cerrar los ojos y te concentras lo suficiente, este cuento será un fragmento de tu vida. Y también (a petición tuya) el cuento seguirá infinitamente hasta que, cuando lo pidas, tomes la mano del que lo escribe y pidas el punto final.

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